En su única incursión como director, el magnífico y legendario actor
británico Charles Laughton firmó una de las películas más bellas y completas de la historia del celuloide. Un hipnótico y aterrador cuento de hadas con la fotografía y el montaje más espectaculares que uno jamás pueda imaginar. Si bien es una verdadera lástima que no prodigara más su faceta como realizador, pudo demostrar a todos que cuando uno sabe hacer las cosas realmente bien, basta con que las haga solo una vez en la vida.
estros días, en los que también existen muchos falsos predicadores del Verbo, que en nombre del amor (o del amor propio, más bien) acorralan a los diferentes y a los libres, expandiendo el virus del pecado sobre las conciencias de cientos de miles de creyentes que en África son exortados contra los anticonceptivos mientras el virus del SIDA aniquila sus vidas. Falsos predicadores que apellidan al amor entre homosexuales como enfermo o vicioso. Falsos predicadores que se tapan los unos a otros secretos tan vergonzosos como los abusos hacia cientos de niños en escuelas católicas de Irlanda o Australia.







