Tenemos la suerte de vivir en un estado de derecho pero me resulta cuanto menos curioso observar como, cada día más a menudo, los ciudadanos malinterpretamos a todos los niveles los derechos que nos son inherentes y los que son innecesarios o simplemente inexistentes.
en público, el gobernante protesta porque considera que no está en su poder solucionar los grandes problemas, el líder de la oposición protesta por tener derecho a unas elecciones anticipadas, el empresario protesta porque exista el derecho al despido libre, el terrorista protesta por su derecho a la autodeterminación, el consumidor solicita una hoja de reclamaciones siempre que no se atiendan sus peticiones, por ridículas que resulten, el banquero protesta porque no recobra sus préstamos (alegremente concedidos), el especulador protesta porque no puede vender esa vivienda a la que tanto beneficio esperaba obtener, el ahorrador protesta porque su dinero no tiene valor, la madre protesta en la cola del mercado, el pensionista protesta en la consulta del médico, el fumador protesta por la ley anti-tabaco, el peatón protesta al conductor, el conductor al conductor de delante...







