El día mundial de la libertad

lunes, 17 de mayo de 2010

"Canción del fin del mundo", de los Planetas



Se acabaron las buenas intenciones. Se acabó la presunción de inocencia. Con las vacas flacas se acabaron las manos protectoras.

Pasado más de un año de la "quiebra" del sistema financiero internacional, nos hemos cansado de oir cantos de sirenas por parte de los líderes políticos hablando incansablemente de un nuevo modelo económico, de una refundación del capitalismo, de un futuro crecimiento solidario y sostenible, de acotar la ambición de los poderosos. Pasado este tiempo contemplamos perplejos como se sacrifican en el sacrosanto altar de los mercados las buenas intenciones y lo que es más triste, las esperanzas de cambio.



El gobierno de este país, adalid de las buenas palabras, de la política social, del sempiterno no al recorte de prestaciones, ha claudicado al imperativo europeo. ¿Un mal necesario? ¿Un sacrificio temporal? Curiosamente han empezado el melón por las tajadas más finas, atacando a las flageladas clases medias y a los pensionistas.

Ahora nos cuentan que a poco que salgamos de esta, recuperarán con creces el terreno cedido para nuestro regocijo y satisfacción. Ya no tienen crédito para que nos lo creamos, lo han malgastado vilmente y de un plumazo. Sin embargo, tanto las reacciones sindicales como las alternativas de gobierno solo servirán para empeorar el asunto.

Existen pocas ventanas a la esperanza en este mundo. Los estados y sus ciudadanos sometidos al especulador mercado, la fe esclava de la intolerancia de la Iglesia, la justicia doblegada ante la corrupción, la libre opinión maquillada por el partidismo. ¿Qué nos queda?

Por suerte hoy es el día mundial de internet. Este sistema tan calculador ha descuidado una brecha para que nos expresemos libremente, para que denunciemos los abusos, para que todo el mundo se relacione de manera instantánea. Es tiempo de revoluciones. Aprovechemos la oportunidad antes de que sea tarde.

Arriesgarse

sábado, 15 de mayo de 2010

"La sombra", de Sidonie



Aquella tarde decidió con tristeza
no dejarlo todo y seguirla
porque pensaba que se arriesgaba a convertirse
en un esclavo de sus caprichos.

Desde entonces dejó de ser él
para convertirse en la sombra
atada a unos pies que se dirigían directamente
hacia su propio fracaso.