La incapacidad de amar produce monstruos

jueves, 29 de abril de 2010

"El secreto de sus ojos", de Federico Jusid




No hace siquiera dos días que tuve la oportunidad de verla por primera vez y hoy he necesitado volver a acostarme tarde para poder disfrutarla de nuevo. A mi humilde forma de ver las cosas, el acontecimiento cinematográfico del año junto a Malditos Bastardos, es sin duda alguna la sublime y merecidamente oscarizada producción El secreto de sus ojos, obra del argentino Juan José Campanella.

He de decir que una de las cosas que más me ha impresionado es la excelsa calidad técnica de la película. Posee una planificación y un montaje totalmente adictivos, un guión tan complicado de ejecutar como eficiente a la historia, y algunas secuencias totalmente memorables como la que acontece durante un partido de fútbol en el estadio de Huracán.

Es realmente sorprendente la factura del film. Campanella rompe diametralmente con el concepto de historias narradas hasta la fecha al menos en la trama y en la forma de hacernos llegar las imágenes. Uno no parece estar delante de una película realizada por el mismo director de El hijo de la novia o Luna de Avellaneda.



Pero independientemente de ser una gran historia de cine negro, con continuos y perfectamente hilvanados flashbacks y un ritmo totalmente hipnótico y creciente, nos relata la infelicidad que a sus cinco protagonistas les produce la imposibilidad de amar por diferentes motivos.

Benjamín Espósito (un grandioso, de nuevo, Ricardo Darín) secretario de abogacía retirado que ha sido incapaz de reunir las fuerzas suficientes para declarar su amor a su jefa y que envidia profundamente el profundo amor de un novio por su asesinada amada, leit motiv de la historia, hasta el punto de obsesionarle el caso de una manera casi enfermiza. Su compañero de despacho, incapaz de afrontar la realidad de una esposa que probablemente desprecia su aparente mediocridad y busca consuelo en el pozo del alcohol. Finalmente, la incapacidad de amar por el sencillo motivo que la persona amada entrega su corazón a otro, llevada hasta el extremo, puede llegar a producir el mayor de los desastres y convertir a un apocado en un verdadero monstruo.

P.D. Magnífica la sencuencia final muy al estilo de Billy Wylder en la memorable "El Apartamento".

La ronda ante la reja

martes, 20 de abril de 2010

"Ya no me asomo a la reja", de Los Planetas





Las rejas de antaño,

que saben tanto de rondas,
de versos en noches de verano.
Que saben tanto de sombras
de un pueblo de pasión y desengaño.

Ventanales que encerraban siempre
una palomica blanca,
presa y sumisa
dentro de una cárcel
de paredes encaladas,
de una celda de azulejo sevillano,
con ansias en vano, de batir sus alas.


El teatro del absurdo

martes, 6 de abril de 2010

"The end", de The Doors



Hoy la noche se hace fija
asesinando colores.
Hoy la humanidad no cotiza
en mercados de valores.
Hoy la luz del sol cobriza
de miles de atardeceres
perezosa se desliza
y en el ocaso se muere.


Cegador mundo de espejos,
de brillantes escondrijos,
cuyos hijos no son presos
a los ojos de sus padres,
ni los padres son ya padres
a los ojos de sus hijos.




Pocos oyen que retumba
en su acto culminante
la gran ópera del ego,
que relata la tragedia
en que un puñado de locos
seducen a cientos de necios
que dirigen al abismo
seis mil millones de ciegos.