El hombre que perdía su sombrero

sábado, 5 de septiembre de 2009

"Muerte entre las flores", de Joel Coen.





Dentro de uno de los grandes géneros, el cine negro, destaca admirablemente como un diamante armoniosamente pulido, “Muerte entre las flores”, de Joel y Ethan Coen (1990). Película completamente redonda en su argumento, bella en su fotografía, evocadora por su música, épica por sus interpretaciones, marcando un hito no solamente en la filmografía del género en cuestión, sino dejando huella como una de las obras maestras del cine de todos los tiempos.

Los geniales hermanos Coen, explotan aquí como en pocas de sus obras su inconfundible vena homérica. Al igual que si se tratara de una Ilíada revisitada, la desmedida pasión por una mujer fatal desencadena una brutal confrontación en la que todos los implicados obtienen terribles pérdidas.

Nuestro protagonista, Tom Regan (Gabriel Byrne) encarna a la perfección el papel de duro independiente, superviviente de las guerras entre bandas, pero incapaz de controlar su corazón. Un hombre que teniendo las mejores cualidades para triunfar en el mundo del hampa y beneficiarse de ello, instintivamente no hace caso de su sentido común no aprendiendo de esos errores que, en el fondo quizás sean los que dan sentido a nuestra vida y que no dejamos de repetir casi a diario. Gana un buen dinero como hombre de confianza de Leo (Albert Finney), jefe de la mafia irlandesa, y con la misma facilidad lo pierde en apuestas lo que le ocasiona no pocos problemas. Gana la estima y la confianza de su jefe y pierde la cabeza por la amante del mismo con la misma facilidad que pierde su sombrero a lo largo de toda la historia.

Pero sobre todo, lo que más me sorprendió de Regan fue descubrir que debajo de una piel llena de cicatrices puede esconderse un corazón, a veces, repleto de ternura.

3 comentarios:

Cabo Hudson dijo...

Magnifica pelicula, con una excelente banda sonora de Carter Burwell.

Sergio Alises Moreno dijo...

Sospecho que es usted especialista en bandas sonoras... Tiene usted toda la razón.

Como creo que nos conocemos, un abrazo fuerte.

Cabo Hudson dijo...

Si, soy yo.. como no. :-)